domingo, 21 de junio de 2009

Código para leer las manos

Y… Como es todo… Después de semejante vuelta, tantas subidas y bajadas, tanto pecho corrugado, seguimos como en un principio, vos en una punta y yo en la otra, enfrentados y distantes, estirando los brazos hasta despegarse de sus hombros, sintiendo los crujidos de la piel para acariciar solo las sombras del mas hermoso de los recuerdos. Corriendo detrás tuyo para no dejar caer ninguno de tus olores, ni olvidar cada recorrido de tus pisadas. Esperando con ansias el día en que sepamos que estamos ahí y no, en habitaciones separadas. Porque entiendo que nunca supe de la soledad hasta hoy, con mi cama de cincuenta centímetros y mi teléfono vacío. Con mis pensamientos tan conflictivamente ocupados y la desesperación de la caricia. Porque yo estoy acá y vos… quien sabe… Porque puedo irme a dormir y soñar en tu plenitud. Con una nueva guitarra, las afinaciones abiertas y un sueño que se esfuma como el bulbo capilar, te vuelvo a inmortalizar, aunque no te lo merezcas.
Vos la desesperada de la desesperación y la ira sin sentido de mis versos tristes, cumpliendo a regla con tu suerte y esencia, que cambia como el viento de primavera, como la marea de un río en la tempestad. Deja de lado el mundo exterior al cual nunca pertenecimos.
¿Quién puede negarnos? Si estamos hechos de lo mismo.
Y seguramente volverás a leerme, como siempre y te quemarán las mejillas, las lágrimas mas largas preguntándote si tiene de verdad algún sentido, sabiendo la respuesta que no estas dispuesta a aceptar, pero así y todo, tomarás el rollo de papel y lo acercarás hasta tus ojos, convenciéndote de que es así, nada mas, sin fuerza para llevar el cigarrillo a tu boca, que incluso tanto te molesta, y volverás a lavar y a barrer y tal vez a sonreír e incluso a tender la cama de los espíritus de la pasión.

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